martes, 28 de octubre de 2014

PRIMER MANIFIESTO DEL PATARREALISMO SALVAJE

Lo bueno de la vida es que no tiene sentido. Sentido tienen los carriles y otras muchas cosas que también tienen sentido, pero no la vida. El patarrealismo nace gracias a esa gran ausencia, no nace como un fin en sí mismo sino todo lo contrario, nace como consecuencia de que en la vida no hay solución, meta o destino. Por eso desde aquí decimos que hoy el arte no puede seguir teniendo las mismas reglas que ayer, ni las mismas que cuando existía dios y la gente al morir se veía chupada por el cielo. Ahora ya no vamos al cielo. Ahora nos morimos de verdad. Al viejo dios, en algún momento, se lo habrá comido algún perro. O Moctezuma. O Emma la Rinoceronte. Ahora todo es diferente. Ahora todo es excepcional, impredecible, patarreal. Por eso erigimos el gran monolito del PATARREALISMO SALVAJE, para entonar nuestro canto lisérgico y abstemio en torno a aquello que está alrededor de lo que está más allá de la realidad. De esta forma, enunciamos los siguientes diez estatutos que, dado lo que representan, pueden ser enmendados total o parcialmente en cualquier momento:

1. Los patarrealistas salvajes no trabajamos para la eternidad pues sabemos que la eternidad se acaba con nosotros. Nuestro arte es completamente temporal, está enmarcado, localizado y el tiempo podrá dar cuenta de él en cualquier momento.

2. Los patarrealistas salvajes creemos en la métrica del mundo y en el ritmo acentual de los planetas y las placas tectónicas y la luna cuando parece un plato de leche. Y nos gustaba el anuncio de Bimbo donde un viejo le miraba el culo a una morena y decía Bim-Bo-Bim-Bo-Bim… eso nos parece métrica, música, poesía, trazo fino, pantys, el ritmo acentual de la vida.

3. El PATARREALISMO SALVAJE nace de indeterminados axiomas. Nuestra ciencia se asemeja en estructura a la matemática, pero nuestros axiomas son variantes, no son deterministas, son pájaros poco decididos, vuelos aleatorios, el vuelo de un tanga rojo que acaba colgado en cualquier sitio, el espumoso vuelo de una mosca que se empeña en salir por el cristal... El Patarrealismo es hijo de la más pura contradicción, por ello lo que se contradice —las fortunas de Villa o de Pujol, la Iglesia Católica, el chocolate con menta— será reclamado como obra artística y patrimonio patarreal.

4. Los patarrealistas salvajes estamos embarazados de la fecundidad. Es un embarazo muy largo. Exigimos una pensión.

5. Los patarrealistas salvajes tendemos a la deshidratación, no nos gusta el agua y meamos por un tubo potentísimo. Vivimos en la búsqueda hidratante. La esencia, la llama que ocupa el cáliz, la mítica pastillita azul de las discotecas que nos relanza en la vida, la sopa del mundo, el botón de grill para dorar bien la vida de las personas.

6. El mechero de los patarrealistas salvajes brilla más que ningún otro mechero, nuestros zapatos llevan el betún de los días, creemos en el horterismo guay y nos gustan las moscovitas. La estridencia, el desorden y la ranciolatría ideológica son nuestros mitos fundacionales.

7. El PATARREALISMO SALVAJE es franco. No Franco. Franco también era un poco patarreal. Pero el PATARREALISMO SALVAJE es franco, con minúscula. Es claro. Si algo no se entiende, no es salvaje. Si la palabra no sale de la oralidad o de la hilaridad, no es palabra del señor, no es patarreal, no nos gusta. Somos francos, postmodernos, postcontemporaneos, post en Facebook, dictadores de la claridad, de las nuevas tecnologías, de la flecha certera, de la postlengua, del postsignificado, somos la puta bala del Coyote, la que no falla, la que no deja indiferente, la que no pide tregua ni tiempo ni acepta compasión.

8. Los patarrealistas salvajes amamos u odiamos por doquier. Sin términos medios. A discreción con un calibre bien gordo. Lo que amamos y lo que odiamos también es variante con el tiempo y es determinado exclusiva y genuinamente por cada uno de nosotros según de dónde sople el viento.

9. A los patarrealistas salvajes se nos supone total libertad para hacer cualquier cosa que nos salga de los cojones en nombre del PATARREALISMO SALVAJE siempre y cuando esa acción no sumerja al ejecutor en las aguas del odio de alguno de los patarrealistas salvajes, cosa que según el punto anterior puede suceder en cualquier momento.

10. Los patarrealistas salvajes tenemos potestad exclusiva para determinar qué es PATARREALISMO SALVAJE y qué no lo es.

Firman:
Diego Álvarez Miguel
 Xaime Martínez
Rinoceronte García
Fernando Martinez Lavandera
Victor Dilan
Miguel Floriano Traseira
Marcelino Tongo
Alberto Pérez Milán
Luis Alvarez Acebal
Y otros

sábado, 25 de octubre de 2014